Desde el día 1 de marzo estamos sin Papa por la abdicación o como ustedes lo quieran llamar, del ya Papa Emérito Benedicto XVI, y como era de esperar, el mundo sigue igual; los ricos cada día más ricos, y los pobres más pobres.
Me planteo muchas veces que si la entrada de un nuevo Papa servirá de algo, pero por los candidatos que se perfilan, parece que no.
Yo no soy creyente, pero soy consciente de que la Iglesia Católica necesita unidad frente al integrismo radical cada día más patente del resto de religiones.
No se puede consentir que en el siglo XXI una organización religiosa ubicada en todo el mundo, especialmente en los países democráticos, no de ejemplo de nada bueno... el Papa, los Cardenales y demás cargos eclesiásticos van cargando oro en sus collares, anillos y con los bordados de sus prendas, mientras su pueblo se muere de hambre; obligan a sus miembros a ser célibes cuando siempre están hablando de la familia, cuando el único resultado de esta práctica son miles de casos de pederastia y también casos que el propio Vaticano sabe, de prostitución sobre todo entre hombres. Cuestión aparte es el machismo salvaje que se le hace a la mujer; éstas no pueden tener ningún cargo mínimamente relevante, éstas sólo sirven, como dice la Biblia, para cuidar del hombre y de sus hijos.
Me encantaría que el nuevo Papa fuera negro, para dar un baño de tolerancia a esta institución, aunque de nada servirá si el nuevo pontífice no da ejemplo ayudando a eliminar la pobreza mundial (que con la cantidad de oro, joyas y tesoros que tienen pueden de sobra), eliminando el celibato para que así párrocos y novicias puedan vivir su fe en plena libertad y formando una familia, ya que con lo cual hablarían con propiedad del vínculo mujer-hombre, y que por fin se le den cargos a la mujer y no haya distinción entre hombres y mujeres y dejen de servir para cuidar de Ratzinger y lavar los pies a los cardenales.
Un saludo a todos mis seguidores y espero que estén atentos a mis próximos post.
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